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Si en septiembre tuve problemas para confeccionar el primer pots dedicado a los carteles de películas de Ciencia Ficción, he vuelto a tenerlos en este segundo.
No cuento en mi colección ni con la mitad de los que necesitaba, y mis paseos por Internet, tampoco han dado mucho fruto. Los carteles que he podido localizar, no pertenecen en su mayoría a los estrenos en España, y algunos tienen un tamaño que sí sirve para ilustrar el comentario, pero no el ideal que había concebido cuando creé la sección “Carteles Originales de Cine Clásico”.
Ante dejar “cojo” el primer post, que contenía las películas más notables del género, realizadas hasta 1956, se impone publicar su continuación. Con mucha demora y no muy satisfecha de lo que puedo ofrecer…
Si acababa la primera entrega en 1956, comienza también esta en el mismo año.
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“Planeta prohibido”, dirigida por Fred M. Wilcox se rodó en ese 1956, y fue otro de los gloriosos títulos de Ciencia Ficción, que la industria cinematográfica puso ante los ojos de los espectadores de los años 50.
Precursor de películas posteriores y series de televisión perfectamente reconocibles, nos habla de viajes interestelares y de las relaciones humanas.
De esta película, inspirada en parte, en “La tempestad”, de William Shakespeare, podéis leer una extensa reseña confeccionada por mi compañero Phibes, si pincháis aquí.
El cartel, en el que aparece Robby, (el robot que ha traspasado las fronteras del tiempo, y aún ahora es reconocido) no desvelaba mucho de la trama que nos ofrecía el film.
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Al año siguiente (1957) llegó a las pantallas “El increíble hombre menguante”. La historia se debe a la pluma de Richard Matheson, que dos años antes había firmado para las letras otro libro de oro en el apartado Ciencia Ficción: “Soy leyenda”. El propio Matheson se encargó de escribir el guión de la película (como lo haría 15 años mas tarde con “El diablo sobre ruedas”, de Spielberg, basado también en uno de sus relatos).
La dirigió Jack Arnold, que ya en esa década había dado excelentes títulos dentro del género ficción-terror (“Vinieron del Espacio”-1953, “La mujer y el monstruo” -1954, “Tarántula” -1955), y que supo transmitir la carga dramática que destila la situación en la que se encuentra el protagonista, que expuesto accidentalmente a una radiación, ve disminuir día a día su tamaño.
Si “El increíble hombre menguante” fue muy bien acogida por el espectador de los años 50, hoy se considera una película de culto y de imprescindible visionado para los aficionados al buen cine.
En esta ocasión, el cartel (suponiendo que sea el original del estreno), junto con el título, podía poner en la pista de la trama de la película.
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1958 fue el año de “La mosca”, dirigida por Kurt Neumann.
James Clavell, escritor, guionista y director de cierto renombre (como escritor, “Shogun: Señor de samurais” o “El Rey de las ratas”, como guionista, “Watussi” -1959, o “La gran evasión” -1963, y como director, “Rebelión en las aulas” -1967, o “El último valle” -1970), hizo la adaptación de la novela de George Langelaan, en la que se contaba como un científico al realizar un experimento de teletransportación, ve mutado la mitad de su cuerpo en el de una mosca, sufriendo también su mente alteraciones.
Si hoy en día, sus escuetos efectos especiales pueden llevar a la sonrisa a los que vean por primera vez este film, no le llevarán a ella, si se sumergen en la carga dramática que transmiten sus imágenes, y que desembocan en un soberbio e irrepetible desenlace.
Inolvidable secuencia… inolvidables palabras: “Socorro… Socorro…”
Muy poco que ver esta adaptación con la que en 1986 llevaría al cine David Cronenberg, aunque las dos son notables.
El cartel poco desvela de la película.
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“El pueblo de los malditos”, dirigida por Wolf Rilla, se pudo ver en 1960, y es una adaptación de la novela “Los cuclillos de Midwich”, del británico John Wyndham.
A caballo entre el cine de terror y el de ciencia ficción, el suspense que destila este film desde sus primeras imágenes (en donde todo un pueblo, sin explicación alguna, sufre una pérdida de conocimiento colectiva, y en el que nueve meses más tarde, todas las mujeres en edad fértil, incluso una adolescente todavía virgen, dan a luz a unos niños y niñas prácticamente clónicos, de pelo albino, inquietantes ojos azules, y como se descubre más tarde, con poderes telepáticos), la magnífica exposición que se hace de la conmoción que causa entre los habitantes del pueblo la gravidez de sus mujeres, su ambiente cerrado y opresivo, y, sobre todo, la inquietud que crea la visión de los niños, hacen de el una pequeña joya que de ningún modo pudo superar la versión que realizó John Carpenter en 1995.
El cartel, si fue ese el original, no se puede decir de el, que transmitiese mucho de su contenido.
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También en 1960 llegó a las pantallas “El tiempo en sus manos”. Dirigida por George Pal, es una adaptación de la novela “La máquina del tiempo”, de H. G. Wells, en la que nos cuenta como un científico crea una máquina que lo trasladará a otras épocas. Cuando viaja en ella, se traslada a un lejano futuro, en el que los seres humanos parecen haber alcanzado la felicidad y perfección absolutas, y su vida es relajada y tranquila, aunque el precio que pagan por ella es muy alto.
Prácticamente fiel al libro, que abría paso a la teoría de los viajes a través del tiempo, es también de esas películas que merece la pena revisar de vez en cuando. Su puesta en escena, sin grandes medios económicos, pero con grandes dosis de imaginación, y el tratamiento impecable de la historia hacen de ella un todo un lujo. Lujo que no ofreció la lastimosa versión que se llevó a la pantalla en 2002, dirigida por Simon Wells, al que de nada le sirvió apellidarse como el inmortal escritor, pues en ningún momento supo captar la esencia de la novela.
El cartel captaba una escena de acción de la película, pero tampoco daba idea concreta de su argumento.
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De 1963 es “El hombre con rayos X en los ojos”, y la dirigió el prolífico Roger Corman con un excelente pulso, y a caballo también entre el género de Ciencia Ficción y el de Terror.
Rodada en tres semanas, como en este director era habitual (y con el equipo casi al completo de “La Obsesión”, realizada un año antes), ofreció una interesante a la par que inquietante película que cuenta la historia de un científico que investigando todas las posibilidades del ojo humano, descubre una fórmula que experimenta consigo mismo, y que le permite traspasar con la vista los objetos sólidos. Ray Milland, perfecto en el papel protagonista.
“Si tu ojo te ofende…” Todo un clásico.
El cartel en esta ocasión si que desvela un cierto contenido de la película.
Y una reflexión: ¿Cómo conseguirían “colar” a la recalcitrante censura española, muy vigente todavía el año de su estreno (1965), un cartel con una chica desnuda? ¿Colaría como una simple radiografía?
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Tres años más tarde (1966), François Truffaut, llevó a la pantalla “Fahrenheit 451”, adaptación de la novela del mismo título, que el reconocido autor de Ciencia Ficción, Ray Bradbury, había publicado en 1953.
Atípico film dentro de la filmografía de Truffaut, se atiene totalmente a lo escrito por Bradbury, y nos introduce en una sociedad futurista en la que se ha creado un cuerpo de bomberos para la exclusiva quema de libros, y viviendas que los contengan. A esa sociedad que vive en su mayoría, tan sólo pendiente de las pautas a seguir que se les indican desde sus enormes pantallas de televisión, se le reprime el derecho a tener un pensamiento individual, aunque a cambio disfruta de una “feliz” y acomodada vida. Los libros están prohibidos por sus gobernantes porque transmiten el pensamiento de los hombres y mujeres que los escribieron, y los que los poseen y leen, son disidentes.
Si la novela es magnífica, la película puede incluirse en la misma categoría. Magnífica también la música creada por Bernad Herrmann. Oskar Werner, y Julie Christie (en dos papeles), componen personajes totalmente convincentes.
En el cartel, el bombero protagonista quema las letras del título, que hace referencia a la temperatura en que el papel de los libros se inflama y arde: 233º C.
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En 1966 se estrenó también “Viaje alucinante”, dirigida por Richard Fleischer.
Guionizada por Harry Kleiner, basándose en un relato de Jerome Bixby y Otto Klement, se solicitó al escritor Isaac Asimov que escribiera una novela sobre el argumento, lo cual hizo, a condición de subsanar los errores científicos cometidos por Kleiner en el guión. La novela fue publicada antes del estreno de la película, para dar la idea a los espectadores de que estaba basada en lo escrito por el prestigioso Asimov.
“Viaje alucinante”, jugando con la teoría de la miniaturización de las personas y cosas (teoría científicamente imposible, y descartada por Asimov, aunque accedió a escribir el relato y exponerla), narra la aventura de cinco personas, que a bordo de una cápsula submarina (reducidos todos a tamaño microscópico), se introducen en el cuerpo de un científico (el inventor de la formula para miniaturizar), para reparar la lesión cerebral que padece, a causa de un accidente provocado por agentes soviéticos (hay que recordar que la película se rodó en plena guerra fría, y los espías rusos eran un elemento constante en los films de la época).
El film recibió dos Oscar de la Academia: A su dirección artística y a los efectos visuales, y contaba en su reparto con Stephen Boyd, un actor siempre correcto, y con la sex simbol de la época, Raquel Welch.
El colorista cartel, y sus “psicodélicas” letras, muy en boga en los años 60 (se pueden ver ya en el de “El tiempo en sus manos”), tampoco daba muchas pistas sobre el argumento de la película.
Y llegamos al año 1968, fecha en que se estrenaron dos películas que renovaron la concepción cinematográfica en el campo de la Ciencia Fición: “El planeta de los simios” y “2001: una odisea del espacio”.
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Vamos con “El planeta de los simios”.
Con una narración y puesta en escena de corte clásico, la innovación de “El planeta de los simios”, consistió en sacar al género de Ciencia Ficción de su encasillamiento en la denominada serie B, y se realizó con todos los ingredientes de una gran superproducción.
Dirigida por Franklin J. Schaffner, y cuyo guión se basa en la novela del escritor francés, Pierre Boulle (autor también de otra novela de la que se realizó una gran película: “El puente sobre el río Kwai”), estuvo protagonizada por un atlético Charlton Heston.
Nada comento sobre su argumento, porque casi tengo la seguridad de que por todo el mundo es conocido, siendo una película que aún después de pasados cuarenta años de su realización, sigue estando tan vigente como en la fecha de su estreno.
Espléndida película, e irrepetible (ver el patinazo de Burton cuando hizo su adaptación en 2001), que dio paso a una serie de secuelas que fueron perdiendo fuelle conforme avanzaba la saga.
El cartel… Siempre me ha resultado “cutre” ante el magnífico contenido de la película que anunciaba.
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“2001: una odisea del espacio”, cierra la serie de clásicos de Ciencia Ficción. ¿Cuál mejor que ella?
Si 1968 marcó unas nuevas pautas sociales en la forma de ver y vivir la vida, gracias a una juventud que se lanzó a la calle para reivindicar sus derechos ante una sociedad caduca, Stanley Kubrick lanzó “2001” para renovar totalmente el concepto de como hacer cine, y, sobre todo, en el género de la Ciencia Ficción.
No se puede resumir en pocas palabras lo que representó “2001” para el futuro de un género que se marchitaba a finales de los sesenta. La creación de Kubrick, abrió nuevas puertas, y hoy en día, aunque nadie se ha atrevido (ni ha podido) imitarle, si que se sigue bebiendo de las fuentes que dejó abiertas.
Escrito su guión por Kubrick, junto a Arthur C. Clarke (que lo convertiría en novela), muchas lecturas se han hecho de el desde su estreno, barajándose multitud de significados. Sean cuales sean, la obra es perfecta. Argumento, imágenes, banda sonora… Un lujo del que se sigue disfrutando, y del que se disfrutará pasados otros cuarenta años.
El cartel nos muestra la “rueda” navegando por el espacio, y nada en el hacía sospechar al espectador del año 1968, sobre lo que iba a encontrar en la película.
Punto final.
Espero que hayáis encontrado algo interesante en el post, que os haga desempolvar películas que teníais olvidadas (o que no conocíais). Si es así, misión cumplida por hoy. Dentro de un tiempo habrá otra entrega de “Carteles originales…”, pero ya, de otro género.
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